Debe
partir de la base de que los jóvenes piensan que a ellos no les va a
pasar, tienden a creer que el embarazo es problema de otros. Eso es lo
primero que tiene que desvirtuarles.
Se
necesita comunicación entre padres e hijos. Como padre está en la
obligación de guiar, informar y dar los elementos necesarios para que
sus hijos sepan lo que está bien y lo que no, sin embargo, tenga en
cuenta que no puede hacer un control total sobre sus decisiones, lo
importante es que sus ellos tengan claro que cada acto tiene su
consecuencia.
Tenga
presente que al colegio le corresponde una parte en la educación sexual
de su hijo (el componente teórico), pero no les delegue por completo
esta responsabilidad. El éxito de una adecuada comunicación está en que
padres, adolescentes y colegio formen equipo y trabajen juntos.
Ante
adolescentes que poco se comunican, busque SIEMPRE estrategias, todos
los jóvenes necesitan en algún momento hablar, identifique cuál es el
momento en que ellos se sienten más cómodos y hábleles. Inténtelo en el
chat, en el carro, acostados en la cama de su hijo, el hecho de sentirse
en su espacio y sin tener que sostener la mirada puede ayudar para que
se suelte con mayor facilidad.
No
importa si su hijo es hombre o mujer, es importante que le haga
entender que el embarazo es un problema de dos y que su gran problema
radica en que marca un rompimiento en su proyecto de vida y afecta la
calidad de la misma.
Cuéntele
que aunque hoy en día las adolescentes adquieren un desarrollo físico
más temprano, razón por la cual desde el punto de vista biológico los
riesgos físicos podrían ser menores, sin embargo, persisten enfermedades
como la hipertensión o la desnutrición.
Nunca
piense que si no le habla de sexo a su hijo/a, no lo incita y por lo
tanto no va a tener relaciones sexuales… El desarrollo físico, produce
por sí solo, sensaciones de placer que son naturales. Trate de
entenderlo, permítale que hable e intercambie conocimientos con él o
ella sin que la conversación suene a una charla magistral, recuerde que
está comprobado que con los adolescentes los discursos no funcionan.
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